El truco definitivo para dejar el solomillo a la brasa en su punto

Hacer un solomillo a la brasa parece cosa fácil. Se diría que no tiene mucha ciencia culinaria. Pero el punto, esa diferencia entre lo ordinario y lo exquisito, se lo da el seguir una serie de pautas.

Cuestión de física, hay dos parámetros básicos que se relacionan: la intensidad del fuego y el tiempo que las cocinamos. Además, importan la leña que usemos para hacer las brasas, la temperatura inicial de la carne y el uso de la sal.

Antes de empezar, hay que conseguir que la carne esté a temperatura ambiente. Nada de frío de nevera. De modo que hay que sacar los solomillos previamente. Lo habitual es prepararla a la plancha, pero a la brasa, con mucho cuidado, va a quedar deliciosa.

Decimos con mucho cuidado porque demasiada potencia de las brasas o demasiado tiempo en la parrilla puede acabar con la carne. Y el solomillo (sea de ternera o de cerdo) es una carne delicada, Ya se sabe, debe quedar ligeramente dorada por fuera y ligeramente cruda por dentro. Aunque para gustos los colores.

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Cómo dejar las chuletas de cordero a la brasa en su punto exacto

Previamente habremos cortado cada solomillo en filetes de unos 2 centímetros de grosor (para estar seguros, nada como pedírselo al carnicero). De modo que, al tratarse de piezas de carne pequeñas, debemos tener las brasas bastante rusientes, ya que lo ideal es cocinarlos poco tiempo. Así cocinaremos la carne pero dejándola jugosa por dentro.

Cuando las brasas ya estén en su punto, es decir, muy vivas, colocamos la parrilla a unos 12 centímetros de las brasas. Posamos los filetes de solomillo y los dejamos hacerse unos 2 minutos por cada lado. Es la indicación general, pero el truco definitivo para dejar el solomillo a la brasa en su punto es darle la vuelta (o finalmente retirarlo) cuando empiece a soltar jugo.